Pregunta: ¿Cuándo y por qué decidiste involucrarte en política?
Hasta la actualidad, nunca me he involucrado en política, nunca he sido miembro de un partido político. No obstante, soy un ciudadano interesado en cuestiones políticas pero, por supuesto, no en los usos triviales que tiene la palabra „política“. Para mí, „política“ significa mantener continuidades, o, si así se prefiere, tradiciones, pero tradiciones que estén involucradas en la historia actual de una particular comunidad humana.
Empecé a leer libros sobre historia y política a los 14 años. Esto me condujo a un rechazo de las ideologías establecidas, que para mí carecen de valor. Desde los 15 años, con la ayuda de un profesor de historia de la escuela secundaria, el querido señor Kennof, comprendí que las gentes pueden entender los rumbos esenciales de la historia en claves simples, usando atlas históricos, por ejemplo (los colecciono, desde entonces), para así aprehender en un vistazo las principales fuerzas que animan la escena mundial en un momento preciso del tiempo. Los mapas son muy importantes para los políticos de alto nivel (para los diplomáticos, por ejemplo). La idea principal que adquirí en la juventud es que todas las ideologías o pensamientos o impresiones buscan librarse del pasado, y que negar los lazos que el pueblo tiene con sus continuidad histórica era un error fundamental. En consecuencia, todas las acciones políticas, desde mi punto de vista, debieran asegurar la continuidad histórica y política, y que las acciones futuristas son también necesarias para salvar una comunidad de las repeticiones estériles de hábitos y costumbres obsoletos.
Los discursos de muchas ideologías, incluyendo las varias expresiones de la así llamada „extrema derecha“, aparecían ante mis ojos artificiales para las necesidades del mundo occidental, como el comunismo fue una abstracción frente a la historia rusa, y una abstracción todavía mayor en los diferentes pueblos sujetos al rol soviético después de 1945. La ruptura de la continuidad o la repetición de „formas“ pasadas ya muertas concluyen en la confusión político-ideológica que vivimos hoy día, donde los conservadores no son conservadores, ni los socialistas socialistas.
Las ideas políticas fundamentales, ante mis ojos, están mejor representadas por las „órdenes“ que por los partidos políticos. Las „órdenes“ proveen a sus afiliados de una educación continua e incluyen la noción de servicio. Las „órdenes“ nunca se fijan meros objetivos políticos de pequeñas ambiciones. Tales „órdenes“ fueron las órdenes de caballería, en la Edad Media y Renacentista europea. La noción de „fotowwa“ en la Persia islámica obedece a esta idea, como también algunos experimentos en pleno siglo XX (La Legión de San Miguel Arcángel, del rumano Cornelio Codreanu, el „Verdinaso“ flamenco, etc.)
Por favor, explíquenos qué entiende por el término „Revolución Conservadora“ y, si es posible, indíquenos algunas de sus claves ideológicas y de sus figuras fundamentales.
Respuesta: Cuando el compuesto „Revolución Conservadora“ fue usado en Europa, fue mayormente en el sentido que le dio Armin Mohler en su famoso libro „Die Konservative Revolution in Deutschland 1918-1932“. Mohler dictó una larga lista de autores que rechazaban los pseudo-valores de 1789 (despreciados por Edmund Burke como meros „blue prints“), ensalzaban el rol de la germanidad en la evolución del pensamiento europeo y recogían la influencia de Nietzsche. Mohler evitó las instancias puramente religiosas „conservadoras“, fuesen católicas o protestantes. Para Mohler, el punto esencial de contacto de la „Revolución Conservadora“ era una visión no-lineal de la historia, pero no recogió simplemente otra vez la visión cíclica del tradicionalismo. Después de Nietzsche, Mohler creyó en una concepción esférica de la historia. ¿Qué significa esto? Esto significa que la historia no es una simple repetición de los mismos sucesos a intervalos regulares, ni un camino recto que conduzca a la bienaventuranza, al fin de la historia, al Paraíso en la Tierra, a la felicidad, etc., sino que se asemeja a una esfera que puede rodar (mejor dicho, ser empujada) en todas direcciones, acorde con los impulsos que reciba de las personalidades carismáticas, fuertes. Tales personalidades carismáticas dirigen el curso de la historia hacia algunas vías muy particulares, vías que de ningún modo están previamente fijadas por la mano de la providencia. Mohler, en este sentido, nunca creyó en las doctrinas políticas universalistas, sino en las personalidades que las encarnaban. Al igual que Jünger, creía que lo „general“ (en su sentido histórico) es residuo de lo „particular“. Mohler expresó su visión de las dinámicas particulares usando el muy problemático término de „nominalismo“. Para él, „nominalismo“ era la expresión certera que quería indicar cómo las fuertes personalidades y sus seguidores eran capaces de abrir nuevas y originales vías en la jungla de la existencia.
Las principales figuras del movimiento fueron Spengler, Moeller van den Bruck y Ernst Jünger (y su hermano Friedrich-Georg). Podemos añadir a este triunvirato los nombres de Ludwig Klages y Ernst Niekisch. Carl Smitt, como abogado católico y constitucionalista, representa otro aspecto importante de la llamada „Revolución Conservadora“.
Spengler quedará como el autor de un brillante fresco de las civilizaciones mundiales que inspiró al filósofo británico Arnold Toynbee. Spengler habló de Europa como civilización faústica, cuya mejor expresión fue las catedrales góticas, la interacción de la luz y los colores de las vidrieras, las tormentas de nieve con nubes blancas y grises de muchas pinturas holandesas, inglesas y alemanas. Esta civilización es una aspiración del alma humana hacia la luz y hacia el autocompromiso. Otra importante idea de Spengler es la idea de „pseudo-morfosis“: una civilización nunca desaparece completamente tras una decadencia o una conquista violenta. Sus elementos pasan a la nueva civilización que asume su sucesión y reemprende las vías originales.
Moeller van den Bruck fue el primer traductor alemán de Dostoievski. Se dejó influir profundamente por los diarios de Dostoievski, tan llenos de severas críticas al Occidente. En el contexto alemán después de 1918, Moeller van den Bruck abogaba, con argumentos de Dostoievski, por una alianza Rusogermana contra el Oeste. ¿Cómo podían los respetables caballeros alemanes, con una inmensa cultura artística, mostrarse a favor de una alianza con los bolcheviques? Sus argumentos fueron los siguientes: durante toda la tradición diplomática del siglo XIX, Rusia fue considerada el escudo de la reacción contra todas las repercusiones de la Revolución Francesa y contra la mentalidad y los modos revolucionarios. Dostoievski, un antiguo revolucionario ruso que más tarde admitió que su opción revolucionaria fue un error, consideraba más o menos que la misión de Rusia en el mundo era borrar en Europa los rastros de las ideas de 1789. Para Moeller van den Bruck, la Revolución de Octubre de 1917 solo fue un cambio de ropajes ideológicos: Rusia continuaba siendo, a despecho del discurso bolchevique, el antídoto a la mentalidad liberal de Occidente. Derrotada, Alemania debiera aliarse a esta fortaleza antirrevolucionaria para oponerse al Occidente, que a los ojos de Moeller van den Bruck es la encarnación del liberalismo. El liberalismo, expresa Moeller van den Bruck, es siempre la enfermedad terminal de los pueblos. Tras unas décadas de liberalismo, un pueblo entrará inexorablemente en una fase de decadencia final.
El camino seguido por Ernst Jünger es suficientemente conocido. Empezó como un ardiente soldado y joven galante en la Primera Guerra Mundial, formando en las trincheras parte de los cuerpos de asalto que manejaban la granada de mano con la misma elegancia que los oficiales británicos usaban la fusta. Para Jünger, la Primera Guerra Mundial fue el fin del mundo pequeño burgués del XIX y de la „Belle Epoque“, donde todo había de ser „como debía ser“, por ejemplo, obrar acorde a los ejemplos ofrecidos por profesores y sacerdotes, como hoy se obra de acuerdo a las autoproclamadas reglas de la „corrección política“. Bajo las „tempestades de acero“, el soldado se veía reducido a la nada, a su mero y frágil ser biológico, pero esta visión no significó a los ojos de Jünger una excusa para un pesimismo inepto, de miedo y desesperación. Habiendo experimentado el más cruel de los destinos en las trincheras, bajo el bombardeo de miles de piezas de artillería que sacuden la tierra, viendo todo reducido a lo „elemental“, el soldado de infantería conoció mejor que otros el cruel destino humano sobre la faz de la tierra. Toda la artificialidad de la vida civilizada urbana apareció de repente como pura impostura. En la posguerra, Ernst Jünger y su hermano Friedrich-Georg fueron los mejores escritores y periodistas nacional-revolucionarios. Ernst se armó de una buena dosis de cinismo, ironía y serenidad a la hora de observar la vida y los actos humanos. Durante un bombardeo sobre un suburbio parisino, donde las fábricas estaban produciendo material de guerra para el ejército alemán durante la Segunda Guerra Mundial, Jünger se aterrorizó ante la innatural ruta aérea, recta, tomada por las fortalezas aéreas norteamericanas. La linealidad de las rutas aéreas hacia París era la negación de todas las curvas y sinuosidades de la vida orgánica. En la guerra moderna está implícita la destrucción de los devaneos y las serpentinas que caracterizan lo orgánico. Ernst Jünger empezó su carrera como un escritor apologista de la guerra. Después de haber observado las irresistibles arremetidas de los B-17 americanos, se desengañó completamente de los antivalores desplegados en la guerra por la pura técnica. Después de la Segunda Guerra Mundial, su hermano Friedrich-Georg escribió el primer trabajo teórico crítico al desarrollo de la nueva Alemania en clave ecologista, „Die Perfektion der Technik“ (La Perfección de la Técnica). La idea principal de este libro, a mi entender, es la crítica de la „conexión“. El mundo moderno es un proceso de intento de conexión de las comunidades humanas y los individuos a grandes estructuras. Este proceso de conexión destruye el principio de libertad. Eres un pobre proletario encadenado si estás „conectado“ a una gran estructura, aunque ganes 3000 libras al mes, o más. Eres un hombre libe cuando estás completamente desconectado de esos enormes tacones de acero. En cierto sentido, Friedrich-Georg escribió la teoría que Kerouac experimentó de forma no teórica mediante la elección de la „caída“ y del „viaje“, convirtiéndose en un cantante vagabundo.
Ludwig Klaes fue otro filósofo de la vida orgánica contra el pensamiento abstracto. Para él, la dicotomía principal se daba entre la Vida y el Espíritu („Leben und Geist“). La vida se encuentra aplastada por el espíritu abstracto. Klages nació en la Alemania del Norte, pero emigró, como estudiante, a Munich, donde gastó su tiempo libre en las tabernas de Schwabing, el distrito donde se reunían los artistas y los poetas (y donde todavía se reúnen). Fue amigo del poeta Stephan Georg y un estudioso de las más originales figuras de Schwabing, como el filósofo Alfred Schuler, quien creía ser la reencarnación de un colono romano en la Germania de las orillas del Rhin. Schuler tenía un genuino sentido del teatro. Solía disfrazarse con la toga de los emperadores romanos, admiraba a Nerón y montaba representaciones recordando la audiencia del antiguo mundo grecorromano. Pero más allá de su vida de fantasía, Schuler adquirió una importancia cardinal en filosofía por su hincapié en la idea de „Entlichtung“, es decir, la desaparición gradual de la Luz desde los tiempos de la antigua Ciudad-Estado griega y la Italia romana. No hay progreso en la historia, sino todo lo contrario, la Luz se va desvaneciendo, al igual que la libertad del ciudadano libre a la hora de elegir su propio destino. Hannah Arendt y Walter Benjamin, desde la izquierda de la postura conservadora-liberal, se inspiraron en esta idea y la adaptaron a diferentes audiencias. El mundo moderno es el mundo de la completa oscuridad, donde existen pocas esperanzas de encontrar de nuevo períodos donde „ser-iluminados“, a menos de dar con personalidades carismáticas, como Nerón, dedicado al arte y a los modos dionisíacos de la vida, que nos introduzcan en una nueva era de esplendor, la cual habría de durar sólo como la bendita estación de la primavera. Klages desarrolló las ideas de Schuler, quien nunca escribió un libro completo, después de su muerte en 1923, debido a una operación mal preparada. Klages, justo antes de la Primera Guerra Mundial, pronunció un famoso discurso en la colina de Hoher Meissner, en la Alemania central, frente a la asamblea de los „Wandervogel“, el movimiento de la juventud. Este discurso tenía en título de „El Hombre y la Tierra“, y puede ser visto como el primer manifiesto orgánico-ecologista, claro y compresible, no obstante sus sólidos fondos filosóficos.
Carl Schmitt empezó su carrera como profesor de derecho en 1921, aun cuando vivió hasta la respetable edad de 97 años, escribiendo su último ensayo a los 91 años. No puedo enumerar todos los puntos importantes de la obra de Carl Schmitt en el curso de esta modesta entrevista. Resumámoslos diciendo que Schmitt desarrolló dos ideas fundamentales: la idea de la decisión en la vida política y la idea del „Gran Espacio“. El arte de dar forma a la política, el arte de una buena figura política, reside en la decisión, no en la discusión. El líder ha de tomar decisiones en orden a guiar, proteger y desarrollar la comunidad política. La decisión no es dictatorial, como dicen ahora muchos liberales en estos tiempos de la corrección política. Al contrario: una personalización del poder es algo más democrático, en el sentido de que un rey, un emperador o un líder carismático es siempre una persona mortal. El sistema que impone eventualmente no es eterno, terminará muriendo como todo ser humano. Un sistema nomocrático, al contrario, trata de permanecer eterno, incluso cuando los eventos e innovaciones contradigan sus normas o principios. El segundo gran tema de los trabajos de Schmitt es la idea del „Grossraum“, el Gran Espacio Europeo. Los poderes „fuera-del-espacio“ estarían impedidos para intervenir en el cuerpo de este Gran Espacio. Schmitt quería aplicar en Europa el mismo principio que animó el presidente Monroe de los Estados Unidos: „América para los americanos“. Schmitt podría compararse a los „continentalistas“ norteamericanos, críticos con las intervenciones de Roosevelt en Europa y Asia. Los iberoamericanos también desarrollaron similares ideas continentalistas, y los imperialistas japoneses que hablaban del Gran Área del Pacífico. Schmitt dotó a esta idea del „Gran Espacio“ de una fuerte base jurídica.
Niekisch es una figura fascinante en el sentido en que su debut público lo ejerció como líder comunista del „Soviet“ de la República Bábara de 1918-19, que fue aplastado por los Freikorps de von Epp, von Lettow-Vorbeck, etc. Obviamente, Niekisch se desilusionó por la ausencia de una visión histórica en el trío bolchevique de la revolución muniquesa (Lewin, Keviné, Axelrod). Niekisch desarrolló una visión eurasiática, basada en la alianza entre la Unión Soviética, Alemania y China. La figura ideal que habría de ejercer como motor humano de esta alianza era el campesino, el adversario de la burguesía occidental. Aquí es obvio un cierto paralelismo con Mao-Tse-Tung. En las revistas que editó Niekisch descubrimos continuamente tentativas germanas de apoyo a todos los movimientos antibritánicos o antifranceses en sus imperios coloniales o en Europa (Irlanda contra Inglaterra, Flandes contra la Bélgica afrancesada, el nacionalismo Indio contra la Gran Bretaña, etc.).
Espero haber explicado en pocas palabras las principales tendencias de la llamada Revolución Conservadora en Alemania entre 1918 y 1933. También espero que quienes conozcan este movimiento pluridimensional puedan perdonar mi introducción esquemática.
¿Tiene usted un „ángulo espiritual“?
Para contestar esta pregunta, intentaré ser sucinto. En el grupo de amigos que intercambiábamos ideas políticas y culturales a finales de los setenta, nos topamos con la obra de Julius Evola „Rebelión contra el mundo moderno“. Algunos rechazaban totalmente cualquier predispuesto espiritual, argumentando que se trataba de especulaciones estériles: preferían leer a Popper, Lorenz, etc. Yo acepté algunas de sus críticas, y todavía me disgustan algunos argumentos de las especulaciones evolianas, alegando un mundo espiritual de la Tradición contra toda realidad. El peligro está en desatender el mundo real como mera trivialidad; pero este es, por supuesto, el culto a la Tradición principalmente apoyado por los jóvenes „que sienten el mal en su propia piel“, como dice el refrán inglés. El sueño de vivir como seres de cuentos de hadas es una forma de rechazo de la realidad. Pero en el capítulo 7 de „Rebelión contra el mundo moderno“, Evola, al contrario, reafirma la importancia de los „numena“, las fuerzas que actúan en las cosas, los fenómenos (mejor „los poderes“) naturales. Evola describe cómo la primitiva mitología romana ponía el acento en los „numena“ antes que en las divinidades personalizadas. Hago mía esta idea. Más allá de la gente y de los dioses de las religiones usuales (sean paganos o cristianos), existen fuerzas actuantes, y el hombre puede colocarse en concordancia con ellas, con objeto de salir triunfante en sus acciones terrenas. Mi orientación religiosa-espiritual es más mística que dogmática, en el sentido de la tradición mística de Flandes y Renania (Ruusbroec, Mesister Eckhart.), pero también en el sentido seguido por Ibn Arabi en el área musulmana o de Sohrawardi entre los persas, que admiraban el real esplendor de la vida y del mundo. En estas tradiciones se rechaza el culto dogmático, la dicotomía entre la divinidad, lo sagrado, por una parte, y el mundo, lo profano, por la otra. Las tradiciones místicas significan la omni-compenetración y la sinergia de todas las fuerzas actuantes en el mundo.
Me gustaría que explicase a nuestros lectores el por qué dedica tanta importancia a conceptos tales como geopolítica o eurasismo.
La geopolítica es una mixtura de historia y geografía o, en otras palabras, del tiempo y del espacio. La geopolítica es un conjunto de disciplinas (no una disciplina) que interesan a un buen gobierno en el tiempo y en el espacio. Como punto de contacto entre la historia y la geografía, la geopolítica interesa a todo poder serio que se entienda a sí mismo como institución, es decir, como continuidad histórica. Ningún poder serio puede sobrevivir sin una dominación y una sujeción de la tierra y el espacio. Todos los imperios tradicionales, antes que nada, organizaban la tierra mediante la construcción de vías de comunicación (Roma es el ejemplo) o mediante el control de grandes ríos navegables (Egipto, Mesopotamia, China), y solo así pudo emerger una larga historia, en el sentido de continuidad. Y de ahí también el nacimiento de las primeras ciencias prácticas (astronomía, meteorología, geografía, matemáticas) bajo la protección de estructuras armadas, con un código del honor especialmente codificado en Persia, matriz de las órdenes de caballería. L Imperio Romano, primer Imperio sobre el solar europeo, se centralizó alrededor del Mediterráneo. El Sacro Imperio Romano-Germánico no encontró su propio corazón, tan bien organizado como lo era el Mediterráneo. Las vías fluviales de Centroeuropa conducían al Mar del Norte, el Báltico y el Mar Negro, pero no estaban conectadas entre ellas. Esta fue la verdadera tragedia de la historia germana y europea. La nación fue devorada por las fuerzas centrífugas. El emperador Federico II Hohenstaufen intentó restaurar el control del Mediterráneo, con Sicilia como pieza geográfica central. Su intento fue un trágico fracaso. Sucede que sólo ahora la emergencia de una renovada forma imperial (bajo una ideología moderna) es posible en Europa: después de la realización del proyecto „Blue Stream“, la apertura de un canal que permita el tráfico fluvial entre el Rhin y el Danubio. Una conexión directa entre el Mar del Norte (incluyendo el sistema fluvial del Támesis en Gran Bretaña) y el Mar Negro, permitiendo a las fuerzas económicas y culturales centroeuropeas extenderse hasta las orillas de los mismos países caucásicos. Quienes posean una buena memoria histórica, no cegada por los tópicos ideológicos del modernismo, recordarán el rol de las orillas del Mar Negro en la historia espiritual de Europa: en Crimea, muchas viejas tradiciones, paganas y bizantinas, fueron preservadas en las cavernas de los monjes. Las influencias de Persia, especialmente los valores de la vieja caballería zoroástrica, alcanzaron la Europa central y Occidental también siguiendo las orillas del Mar Negro. Sin estas influencias, Europa estaría espiritualmente mutilada.
Por ende, el área del Mediterráneo, el Rhin (con su afluente el Rhone) y el Danubio, los ríos navegables rusos que desembocan en el Mar Negro y el mismo Mar negro y el Cáucaso pueden constituirse en una verdadera área de civilización, defendida por una fuerza militar unificada, basada en una espiritualidad heredera de la antigua Persia. Esto es lo que significa, a mis ojos, Eurasia. Mi posición es levemente diferente a la de Alexandr Duguin, y ambas posiciones son perfectamente compatibles.
Cuando los otomanos tomaron el control completo en la Península Balcánica, en el siglo XV, las rutas terrestres estuvieron prohibidas a los europeos. Además, con la ayuda de los piratas berberiscos del Norte de África, con base en Argel y capitaneados por Barbarroja, los turcos cerraron el Mediterráneo al comercio pacífico europeo y a su expansión hacia la India y China. El mundo musulmán trabajó en el sentido de degollar mediante el bloqueo a Europa y a Moscovia, corazón del futuro Imperio Ruso. Todos ellos, europeos y rusos fijaron sus esfuerzos en la destrucción del bloqueo Otomano. Los portugueses, los españoles, los ingleses y los holandeses lo intentaron mediante la búsqueda de nuevas rutas marinas, circunvalando el África y las masas terrestres asiáticas, arruinando primero el reino de Marruecos y su monopolio del oro procedente de las minas del África Ecuatorial, y que clamaba para construir una armada capaz de conquistar de nuevo la Península Ibérica. Con sus expediciones al África Occidental, los portugueses fueron ellos mismos a buscar el oro, y Marruecos se convirtió en un mero poder residual. Más tarde, los portugueses regresaron de la India con el primer cargamento de especias, rompiendo para siempre el bloqueo otomano, dando también por vez primera una verdadera dimensión eurasiática a la historia europea.
Al mismo tiempo, los rusos estaban rechazando a los tártaros, tomando la ciudad de Kazán y rompiendo el cerrojo tártaro del bloqueo musulmán. Fue el comienzo de la perspectiva geopolítica eurasista rusa.
El blanco de la estrategia global americana, desarrollada por un hombre como Zbigniew Bzrzezinski, es recrear artificialmente el bloqueo musulmán, sosteniendo y apoyando el militarismo turco y el panturanismo. En esta perspectiva, apoyaron tácitamente, y todavía secretamente, las reivindicaciones marroquíes sobre las Islas Canarias y usan a Pakistán para impedir los contactos territoriales entre la India y Rusia. Por ello es doblemente necesario para la Europa y para la Rusia de hoy recordar la contraestrategia elaborada por TODOS los pueblos europeos en los siglos XV y XVI. La historia europea siempre ha sido pensada en claves y visiones pequeño-nacionalistas. Es hora de reconsiderar la historia europea en claves y visiones de convergencias y alianzas comunes. Las hazañas marinas de los portugueses y las hazañas terrestres de los rusos son ambas convergentes, convergentes como acciones de Eurasia. La batalla de Lepanto, en la cual las flotas genovesa, veneciana y española unieron esfuerzos bajo la dirección de Don Juan de Austria para controlar el área mediterránea oriental, es un modelo histórico para meditar y recordar. Pero la más importante alianza eurasiática fue sin duda la Santa Alianza liderada por Eugenio de Saboya, a fines del siglo XVII, que hizo retroceder a los otomanos en 400.000 kilómetros cuadrados de tierra en los Balcanes y en el sur de Rusia. Esta victoria permitió a los zares rusos del siglo XVIII, especialmente a Catalina la Grande, vencer en otras ocasiones otras batallas decisivas.
Mi eurasismo (y, por supuesto, todo mi pensamiento geopolítico) es una clara respuesta a la estrategia de Bzrzezinski y está profundamente enraizada en la historia europea. No es comparable en absoluto con las estúpidas posturas de algunos pseudo-nacional-revolucionarios chiflados, ni con las bonitas estampas estéticas de los neo-derechistas que quieren pasar por filósofos. Por otra parte, he de hacer una última anotación sobre geopolítica y eurasismo: mis principales fuentes de inspiración son inglesas, como el atlas histórico de Colin McEvedy, los libros de Peter Hopkirk sobre los servicios secretos en el Cáucaso y en Asia Central, a lo largo de la Ruta de la Seda y en el Tibet, las reflexiones de Arnold Toynbee en sus veinte volúmenes de „A Study of History“.
¿Cuál es su visión de Estado? ¿es necesario tener sistemas o infraestructuras como medios de organización sociopolítica, o piensa usted que una forma descentralizada de tribalismo e identidad étnica pudiera ser una mejor solución?
Su pregunta requiere un libro entero para ser contestada en su integridad. Primero, quisiera decir que es imposible tener una visión de „EL“ Estado, pues hay muchas formas de Estado en el mundo. Por supuesto, hay que hacer distinciones entre un Estado, que todavía es un genuino y eficiente instrumento para la promoción de un pueblo, y también para proteger su civilización contra las amenazas maquinadas por sus enemigos externos o internos, o naturales (calamidades, inundaciones, hambrunas, etc.). El Estado es esculpido por un pueblo viviendo en un territorio específico dado. Por supuesto, soy crítico con los estados artificiales, como aquellos que son impuestos por las así llamadas necesidades universales. Tales estados son simples máquinas para someter o explotar una población por una oligarquia o por intereses alógenos. Una organización de los pueblos, acorde con los criterios étnicos, podría ser una solución ideal, pero desafortunadamente, como los eventos en los Balcanes nos han mostrado, la mengua y el flujo de poblaciones en la historia de Europa, África o Asia muy a menudo ha desplazado a los grupos étnicos más allá de sus fronteras naturales, instalándose en territorios formalmente controlados por otros. Los estados homogéneos no pueden construirse en tales situaciones. Esta ha sido la fuente de muchas tragedias, especialmente en la Europa Oriental y Central. La única perspectiva, hoy, es pensar en términos de Civilización, como propone Samuel Huntington en su famoso artículo y libro „The Clash of Civilisations“ („El choque de las Civilizaciones“), escrito en 1993.
En 1986, usted escribió: „la Tercera Vía existe en Europa al nivel de teoría, lo que necesita son militantes“ („Europe: A New Perspective“, en The Scorpion, Issue #9, p.6). ¿Es todavía el caso, o ha habido cambios desde entonces?
Básicamente, la situación es la misma. O quizás peor, porque, al avanzar en edad, puedo percatarme que los niveles de educación clásica se han desvanecido. Nuestro modo de pensar es en cierto sentido spengleriano, abarcando toda la historia del género humano. Guy Debort, líder de los situacionistas franceses desde finales de los cincuenta a los ochenta, pudo observar y deplorar que la „sociedad del espectáculo“ o „show society“ tiene como objetivo principal destruir todos los modos de pensamiento basados en términos históricos para reemplazarlos por tópicos artificiales o simples embustes. La erradicación de las perspectivas históricas de las cabezas de los alumnos, de los estudiantes y de los ciudadanos, por medio del trabajo diluido de los mass-media, es la gran manipulación que nos conduce a un mundo orwelliano, sin memoria. En una situación tal, todos nos arriesgamos al aislamiento de O´Brians. No hay tropas frescas de voluntarios dispuestas a ese esfuerzo.
Para finalizar, háblenos sobre su compromiso con „Synergies Européennes“ y sus planes para el futuro
„Synergies“ fue creado con la idea de agrupar gentes de todos sitios, especialmente quienes publicaban revistas, con la idea de difundir más rápidamente los mensajes que nuestros autores habían desarrollado. Pero el conocimiento de lenguas siempre es un problema. Siendo políglota, como usted sabe, siempre me he abrumado ante la repetición de los mismos argumentos en todos los niveles nacionales. Marc Lüdders, de Synergon-Alemania, coincide conmigo. Es triste que los numerosos e importantes trabajos desarrollados en Italia no sean conocidos en Francia o Alemania, y viceversa. Con relación a lo aquí dicho, mi mayor deseo seria ver cómo el intercambio de textos se realiza de forma rápida en los próximos veinte años.